miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Quién fue Hannah Arendt y qué es el mal banal?

Hannah Arendt fue una filósofa alemana-estadounidense, que pasó a la historia por reinsertar el concepto filosófico del mal, luego de que fuese casi eliminado del vocabulario filosófico-moral. Al redefinir ese término en su libro Eichmann en Jerusalén, rebatió casi 50 años de teoría filosófica moderna. El propósito de este blog es investigar acerca de este concepto, “banalidad del mal”. Hay que aclarar que este tema presenta bastantes dificultades si no se poseen conocimientos previos. Por eso, antes de entrar al tema, es completamente indispensable aclarar una pregunta: ¿Cómo concibe Hannah Arendt el mal?

Ante todo, para entender estas definiciones del mal se debe tener en cuenta que, por obra de la filosofía y literatura de la primera mitad del siglo XX, el mal había sido erradicado del discurso filosófico-moral (Sin embargo, aún persistía el mal ideológico). Por lo tanto, la hazaña real de Arendt fue lograr reinstaurar el mal filosófico en el núcleo del pensamiento moral y político sin caer en el oscurantismo o creencias religiosas. El mal fue definido primeramente como mal radical, que se refiere al mal producido por el terror totalitario de los regímenes despóticos cuando cometen actos más allá de toda comprensión o justificación (diferente del mal radical kantiano en que el mal radical arendtiano es irracional) y luego fue definido como mal banal, que es “la expresión cotidiana, funcionarial, mecánica –la aplicación racionalizada y burocrática de lo irracional- que mana directamente de una maldad radical”. El ejemplo que Arendt usa para esto es, precisamente, al teniente coronel Adolf Eichmann, encargado de la logística del Holocausto. Ella resalta que el mal radical es el de Hitler y Himmler al ordenar la “Solución Final” específicamente porque es un crimen incastigable, imperdonable, inexplicable, va mas allá de todo motivo, todo resentimiento, todo interés propio, es sencillamente irracional, mientras que el mal banal está, precisamente, en Eichmann y los demás suboficiales y soldados que cumplían con las órdenes de sus superiores. El mal de estos es banal porque es la expresión cotidiana de la orden única de matar judíos, ellos que todos los días autorizaban la captura, tortura y matanza de cientos de judíos, como si no fuera gran cosa, y que se diferenciaban del mal radical en que ellos no poseían una motivación personal o irracional de venganza o antisemitismo, simplemente cumplían una orden. Tal como ella dijo a propósito de Eichmann: “Me impresionó la manifiesta superficialidad del acusado, que hacía imposible vincular la incuestionable maldad de sus actos a ningún nivel más profundo de enraizamiento o motivación. Los actos fueron monstruosos, pero el responsable —al menos el responsable efectivo que estaba siendo juzgado— era totalmente corriente, del montón, ni demoníaco ni monstruoso”.

Ahora, y ya claro el concepto de mal banal arendtiano, queda la pregunta: ¿Cuál es la importancia de esta definición de mal banal? Ella dice que el mal banal es la evolución racional del mal radical, por tanto la falta de correlación entre el daño causado y los motivos subjetivos está en la base de la diferencia entre el mal radical y el mal banal: los peores crímenes no requieren un móvil del sujeto, sino que pueden surgir de un déficit de pensamiento. La banalidad del mal apunta precisamente a esta ausencia en el sujeto de un fundamento racional del daño que provoca. En este punto, Eichmann se asemejaba inquietantemente al hombre del montón. La única característica notable que se podía detectar en su comportamiento a lo largo del juicio y de los exámenes policiales que le precedieron, fue algo enteramente negativo: falta de reflexión. Y lo más preocupante de todo es que Eichmann se desenvolvía perfectamente en todos los ambientes de su juicio excepto cuando le preguntaron si alguna vez había reflexionado sobre lo que estaba haciendo o si tenía conocimiento de los asesinatos. Su respuesta fue “No”, no sabía de estos asesinatos y no, no había reflexionado sobre lo que hacía o por qué lo hacía. Se le trató de embustero, y fue finalmente colgado en la madrugada del 31 de mayo de 1962 en Tel Aviv. Sin embargo, hoy se sabe que Eichmann no era un loco genocida con ganas de exterminar gente, simplemente se le encargó matar judíos y el cumplió órdenes con una efectividad de nivel industrial, como el que busca aumentar la productividad de una fábrica así mismo él buscaba aumentar las mortalidad de los campos de concentración. Y he aquí la parte más asombrosa, y es la pasmosa y espeluznante efectividad de las SS en volver a cada individuo como Eichmann una ficha más del montón, una ficha incapaz de pensar por sí misma o reflexionar sobre lo que hace con el método de que la víctima del poder totalitario no puede elegir entre el bien y el mal, pues la única alternativa que le queda para evitar un mal es cometer otro: colaborar con el verdugo, para eludir su propia muerte; suicidarse, para no dañar a otros. Y así se destruía todo referente moral, y se terminaba con robots de ambos lados de las rejas, unos caminando hacia su muerte, y los otros encargándose de la muerte de los primeros. Esta es la importancia de la definición de mal banal, puede explicar el cambio que impuso el totalitarismo nazi en relación con los principios sociales de conducta moral, el cambio del sistema moral vigente hasta entonces fue reemplazado durante la época nazi por un sistema nuevo que invertía muchos de los antiguos valores, imponiendo frente al ‘no matarás’ el ‘debes matar’ al cual una gran masa de gente se entregó, sacrificando su capacidad de discernir a cambio de su propia vida, y convirtiéndose en gente que aceptaba como normal lo que el sistema dijese que era normal y no lo que su conciencia alguna vez hubiese establecido como cierto.

A partir de su libro, Arendt rechazó la idea de la existencia de un mal radical para significar que el mal no tiene profundidad ni dimensión demoníaca alguna, siendo imposible explicarlo a partir de móviles comprensibles. En conclusión, la noción de Hannah Arendt de la  banalidad del mal debe ser entendida más que como una teoría idealista, como un concepto filosófico práctico que permite explicar el terrible daño que se causa en una persona cuando se le mutila la capacidad de pensar, la facultad de juzgar diferenciando entre lo bueno y lo malo, ya que esta persona puede llegar a cometer los crímenes más atroces sin tener motivación alguna y sin sentir el más mínimo remordimiento por la comisión de sus actos, Estos individuos consideran que sólo forman parte de un engranaje y que con su conducta sencillamente están cumpliendo su función. Es decir, que al investigar el motivo de crueles asesinatos no encontramos ninguna profundidad en ellos, solo hallamos actos superficiales sin ninguna otra motivación que el cumplimiento de una rutina.

En desarrollo de esta conclusión haremos referencia a la película Historia Americana X, es la historia de Derek Vinyard, un joven cuyo padre es muerto en un barrio de afrodescendientes, lo cual crea en Derek un resentimiento no solo en contra de esta población, sino también en contra de cualquier grupo racial inmigrante. Con el tiempo Vinyard forma parte de una banda de blancos neonazis, cuyo ideólogo y líder es Cameron Alexander, quien usará a Derek para reclutar en su banda a chicos inseguros, frustrados e impresionables, encargados de cometer toda clase de actos vandálicos en contra de cualquier individuo que pertenezca a un grupo racial inmigrante que no sea blanco. Después de pasar 3 años en la cárcel, donde es confrontado con la realidad y donde descubre el verdadero trasfondo de la banda a la que pertenecía y por la cual fue traicionado, Derek decide retirarse e intenta convencer a su antigua novia de seguirlo, pero ésta no comprende nada de lo que él trata de explicarle, pues está convencida de que la única manera de mejorar la situación social es exterminando a los inmigrantes, en especial a los afrodescendientes. Finalmente, trata de rescatar a su hermano Danny quien empieza a hacer parte de la banda y aunque le convence ya es demasiado tarde, pues Danny es muerto en su escuela a manos de un joven negro.

En esta película podemos ver desarrollada la temática a la que hace referencia la filósofa alemana, pues si bien es cierto que Derek era un joven resentido, su odio no tenía nada que ver con los demás grupos raciales, es así como termina siendo usado para reclutar otros jóvenes y dirigir todo tipo de actos vandálicos, sin tener otra motivación que el cumplimiento de unas órdenes. Este joven no era un monstruo, era una persona normal con una familia a la que amaba y por la que luchaba, pero que podía llegar a cometer actos demasiado crueles con una pasmosa  tranquilidad, sin el menor asomo de culpabilidad por el daño causado. Es este el mal banal al que se refiere Arendt, en donde hacer el mal carece de importancia, porque no tiene una motivación diferente al despliegue de una actividad racional y rutinaria. Al igual que Eichmann, al intentar convertir su banda en una de las más efectivas y temidas, se volvía a la obediente mecanización, en este caso del vandalismo, como si fuese un proceso industrial cualquiera que es necesario optimizar para obtener los mejores resultados.

¿Cree usted que Eichmann o Derek podían elegir un destino diferente, teniendo en cuenta las circunstancias?

La información sobre la banalidad del mal puede ser consultada aquí http://www.alcoberro.info/planes/arendt2.htm



La cita tomada de la película está aquí http://www.youtube.com/watch?v=x5SUSA-Y2a4

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