Hannah Arendt fue
una filósofa alemana-estadounidense, que pasó a la historia por
reinsertar el concepto filosófico del mal, luego de que fuese casi
eliminado del vocabulario filosófico-moral. Al redefinir ese término en
su libro Eichmann en Jerusalén,
rebatió casi 50 años de teoría filosófica moderna. El propósito de este
blog es investigar acerca de este concepto, “banalidad del mal”. Hay
que aclarar que este tema presenta bastantes dificultades si no se
poseen conocimientos previos. Por eso, antes de entrar al tema, es
completamente indispensable aclarar una pregunta: ¿Cómo concibe Hannah
Arendt el mal?
Ante todo, para entender estas
definiciones del mal se debe tener en cuenta que, por obra de la
filosofía y literatura de la primera mitad del siglo XX, el mal había
sido erradicado del discurso filosófico-moral (Sin embargo, aún
persistía el mal ideológico). Por lo tanto, la hazaña real de Arendt fue
lograr reinstaurar el mal filosófico en el núcleo del pensamiento moral
y político sin caer en el oscurantismo o creencias religiosas. El mal fue definido primeramente como
mal radical, que se refiere al mal producido por el terror totalitario
de los regímenes despóticos cuando cometen actos más allá de toda
comprensión o justificación (diferente del mal radical kantiano
en que el mal radical arendtiano es irracional) y luego fue definido
como mal banal, que es “la expresión cotidiana, funcionarial, mecánica
–la aplicación racionalizada y burocrática de lo irracional- que mana
directamente de una maldad radical”. El ejemplo que Arendt usa para esto
es, precisamente, al teniente coronel Adolf Eichmann,
encargado de la logística del Holocausto. Ella resalta que el mal
radical es el de Hitler y Himmler al ordenar la “Solución Final”
específicamente porque es un crimen incastigable, imperdonable,
inexplicable, va mas allá de todo motivo, todo resentimiento, todo
interés propio, es sencillamente irracional, mientras que el mal banal
está, precisamente, en Eichmann y los demás suboficiales y soldados que
cumplían con las órdenes de sus superiores. El mal de estos es banal
porque es la expresión cotidiana de la orden única de matar judíos,
ellos que todos los días autorizaban la captura, tortura y matanza de
cientos de judíos, como si no fuera gran cosa, y que se diferenciaban
del mal radical en que ellos no poseían una motivación personal o
irracional de venganza o antisemitismo, simplemente cumplían una orden.
Tal como ella dijo a propósito de Eichmann: “Me impresionó la manifiesta
superficialidad del acusado, que hacía imposible vincular la
incuestionable maldad de sus actos a ningún nivel más profundo de
enraizamiento o motivación. Los actos fueron monstruosos, pero el
responsable —al menos el responsable efectivo que estaba siendo juzgado—
era totalmente corriente, del montón, ni demoníaco ni monstruoso”.
Ahora, y ya claro el concepto de mal
banal arendtiano, queda la pregunta: ¿Cuál es la importancia de esta
definición de mal banal? Ella dice que el mal banal es la evolución
racional del mal radical, por tanto la falta de correlación entre el
daño causado y los motivos subjetivos está en la base de la diferencia
entre el mal radical y el mal banal: los peores crímenes no requieren un
móvil del sujeto, sino que pueden surgir de un déficit de pensamiento.
La banalidad del mal apunta precisamente a esta ausencia en el sujeto de
un fundamento racional del daño que provoca. En este punto, Eichmann se
asemejaba inquietantemente al hombre del montón. La única
característica notable que se podía detectar en su comportamiento a lo
largo del juicio y de los exámenes policiales que le precedieron, fue
algo enteramente negativo: falta de reflexión. Y lo más preocupante de
todo es que Eichmann se desenvolvía perfectamente en todos los ambientes
de su juicio excepto cuando le preguntaron si alguna vez había
reflexionado sobre lo que estaba haciendo o si tenía conocimiento de los
asesinatos. Su respuesta fue “No”, no sabía de estos asesinatos y no,
no había reflexionado sobre lo que hacía o por qué lo hacía. Se le trató
de embustero, y fue finalmente colgado en la madrugada del 31 de mayo
de 1962 en Tel Aviv. Sin embargo, hoy se sabe que Eichmann no era un
loco genocida con ganas de exterminar gente, simplemente se le encargó
matar judíos y el cumplió órdenes con una efectividad de nivel
industrial, como el que busca aumentar la productividad de una fábrica
así mismo él buscaba aumentar las mortalidad de los campos de
concentración. Y he aquí la parte más asombrosa, y es la pasmosa y
espeluznante efectividad de las SS en volver a cada individuo como
Eichmann una ficha más del montón, una ficha incapaz de pensar por sí
misma o reflexionar sobre lo que hace con el método de que la víctima
del poder totalitario no puede elegir entre el bien y el mal, pues la
única alternativa que le queda para evitar un mal es cometer otro:
colaborar con el verdugo, para eludir su propia muerte; suicidarse, para
no dañar a otros. Y así se destruía todo referente moral, y se
terminaba con robots de ambos lados de las rejas, unos caminando hacia
su muerte, y los otros encargándose de la muerte de los primeros. Esta
es la importancia de la definición de mal banal, puede explicar el
cambio que impuso el totalitarismo nazi en relación con los principios
sociales de conducta moral, el cambio del sistema moral vigente hasta
entonces fue reemplazado durante la época nazi por un sistema nuevo que
invertía muchos de los antiguos valores, imponiendo frente al ‘no
matarás’ el ‘debes matar’ al cual una gran masa de gente se entregó,
sacrificando su capacidad de discernir a cambio de su propia vida, y
convirtiéndose en gente que aceptaba como normal lo que el sistema
dijese que era normal y no lo que su conciencia alguna vez hubiese
establecido como cierto.
A partir de su libro, Arendt rechazó la
idea de la existencia de un mal radical para significar que el mal no
tiene profundidad ni dimensión demoníaca alguna, siendo imposible
explicarlo a partir de móviles comprensibles. En conclusión, la noción
de Hannah Arendt de la banalidad del mal debe ser entendida más que
como una teoría idealista, como un concepto filosófico práctico que
permite explicar el terrible daño que se causa en una persona cuando se
le mutila la capacidad de pensar, la facultad de juzgar diferenciando
entre lo bueno y lo malo, ya que esta persona puede llegar a cometer los
crímenes más atroces sin tener motivación alguna y sin sentir el más
mínimo remordimiento por la comisión de sus actos, Estos individuos
consideran que sólo forman parte de un engranaje y que con su conducta
sencillamente están cumpliendo su función. Es decir, que al investigar
el motivo de crueles asesinatos no encontramos ninguna profundidad en
ellos, solo hallamos actos superficiales sin ninguna otra motivación que
el cumplimiento de una rutina.
En desarrollo de esta conclusión haremos
referencia a la película Historia Americana X, es la historia de Derek
Vinyard, un joven cuyo padre es muerto en un barrio de
afrodescendientes, lo cual crea en Derek un resentimiento no solo en
contra de esta población, sino también en contra de cualquier grupo
racial inmigrante. Con el tiempo Vinyard forma parte de una banda de
blancos neonazis, cuyo ideólogo y líder es Cameron Alexander, quien
usará a Derek para reclutar en su banda a chicos inseguros, frustrados e
impresionables, encargados de cometer toda clase de actos vandálicos en
contra de cualquier individuo que pertenezca a un grupo racial
inmigrante que no sea blanco. Después de pasar 3 años en la cárcel,
donde es confrontado con la realidad y donde descubre el verdadero
trasfondo de la banda a la que pertenecía y por la cual fue traicionado,
Derek decide retirarse e intenta convencer a su antigua novia de
seguirlo, pero ésta no comprende nada de lo que él trata de explicarle,
pues está convencida de que la única manera de mejorar la situación
social es exterminando a los inmigrantes, en especial a los
afrodescendientes. Finalmente, trata de rescatar a su hermano Danny
quien empieza a hacer parte de la banda y aunque le convence ya es
demasiado tarde, pues Danny es muerto en su escuela a manos de un joven
negro.
En esta película podemos ver desarrollada
la temática a la que hace referencia la filósofa alemana, pues si bien
es cierto que Derek era un joven resentido, su odio no tenía nada que
ver con los demás grupos raciales, es así como termina siendo usado para
reclutar otros jóvenes y dirigir todo tipo de actos vandálicos, sin
tener otra motivación que el cumplimiento de unas órdenes. Este joven no
era un monstruo, era una persona normal con una familia a la que amaba y
por la que luchaba, pero que podía llegar a cometer actos demasiado
crueles con una pasmosa tranquilidad, sin el menor asomo de
culpabilidad por el daño causado. Es este el mal banal al que se refiere
Arendt, en donde hacer el mal carece de importancia, porque no tiene
una motivación diferente al despliegue de una actividad racional y
rutinaria. Al igual que Eichmann, al intentar convertir su banda en una
de las más efectivas y temidas, se volvía a la obediente mecanización,
en este caso del vandalismo, como si fuese un proceso industrial
cualquiera que es necesario optimizar para obtener los mejores
resultados.
¿Cree usted que Eichmann o Derek podían elegir un destino diferente, teniendo en cuenta las circunstancias?
La información sobre la banalidad del mal puede ser consultada aquí http://www.alcoberro.info/planes/arendt2.htm
El libro de Eichmann en Jerusalén puede ser visto aquí http://fadeweb.uncoma.edu.ar/carreras/materiasenelweb/abogacia/teoria_del_derecho_II/fichas/Arendt,%20Hannah%20-%20Eichmann%20en%20Jerusalen.pdf
La cita tomada de la película está aquí http://www.youtube.com/watch?v=x5SUSA-Y2a4
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